Curanderos de la Ciencia

Los ingenieros somos los curanderos de la Ciencia. Nos ocupamos de resolver problemas mundanos que no pueden ser sino eso porque el solo hecho de resolver problemas es ya lo bastante mundano.

Los científicos, en cambio, se ocupan de crear enigmas. A nadie le interesó si la tierra es redonda o plana hasta que a un cierto científico griego —que para entonces se hacía llamar filósofo— tuvo la buena idea de preguntárselo y la gentileza de respondérselo. Lo mismo con la distancia a las estrellas, la infinitud del Universo y todo ese tipo de enigmas propios de las mentes elevadas. A los ingenieros nos tocan los problemas: ese residuo intelectual que no encaja en el quehacer abstraccionista del científico.

Lo curioso es que la gente nos percibe como seres sapientes, aún cuando son raras las veces en que podemos honrar tan generosa percepción. No saben que nuestro día a día se consume en reiniciar ordenadores, conectar cables y reparar fallas con la ayuda de un tira-piedras. Y que cuando pensamos, lo hacemos sobre cosas tangibles (como un IP) y no abstractas (como el Principio de Incertidumbre de Heisenberg).

Algún día llegará la Computadora Cuántica a nuestro entorno; la Ciencia no está lejos de producir un monstruo de tales proporciones. Pero el tal aparatejo nos llegará envuelto en una caja metálica de cuatro o cinco "rack units", y cuando falle, no nos preguntaremos si un fotón con spin menos uno produjo un efecto fantasmal a distancia; más bien sospecharemos del "patch panel" y nuestra solución —seguramente acertada— será desconectar la fibra óptica y volverla a conectar en su mismo sitio.