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He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


40 mil leguas de viajes de un marino

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La Maga

     El barco “Jiguaní” fue uno de esos que siempre se caracterizó, por tener una muy buena tripulación, esto sucedió hasta que fue invadido por militantes, de verdad que éramos algo así como una familia. Entre estos tripulantes se encontraba un maquinista muy famoso en la flota, en realidad su fama la traía desde su época de estudiante en la Academia Naval. Humberto era un tipo muy noble, hablaba ruso, de gafas por una miopía bastante desarrollada, tendría más de seis pies de estatura, de piel blanca, con el pelo negro y rizado. Pero su fama no se debía a su tamaño, ni a su carácter, él se hizo muy famoso a la hora de bañarse, después que los guardiamarinas descubrieron que entre las piernas, le colgaba un tareco de más de doce pulgadas en estado de reposo. Esto trajo como consecuencia que el hombre optara por bañarse en horas de la noche, para evitar la curiosidad y broma de sus compañeros de estudio, ante la longitud de aquello que llamaban manguera.

   Cada vez que el barco entraba por puertos del interior del país, un tercio de la tripulación partía a sus casas de descanso, los restantes se mantenían a bordo para garantizar todas las operaciones. Para aliviar un poco la vida del marino, se autorizaba tener las esposas de los tripulantes en estos puertos durante la permanencia de ellos atracados. Así un día, Humberto le pidió a su esposa que llegara hasta Cienfuegos para poder estar juntos, aquello no asombró a nadie, la sorpresa se produjo cuando su mujer llegó y él se la fue presentando a los tripulantes. De verdad que se formó un gran alboroto entre todos, cada quién la saludó con mucha amabilidad como era normal entre familiares, pero al instante surgieron los comentarios sobre la mencionada mujer, es que los barcos son muy parecidos a cualquier solar de La Habana. Aquella muchacha no levantaba más de cuatro pies del suelo, escasamente llegaría a las cien libras de peso, era muy simpática y jovial, pero nada de eso le interesaba a la tripulación, la pregunta que surgió de manera espontánea y generalizada era; ¿cómo aquel pedacito de ser humano, podía dispararse la manguera de Humberto? Esa fue la pregunta de todo el día, pero allí no paró la cosa y la gente quería salir a toda costa de sus dudas.

   Se hicieron apuestas entre todos, generalmente, lo que se jugaba la gente era una caja de cerveza o una botella de ron. Unos apostaban a que gritaría cuando Humberto se la metiera, muy pocos jugaban en contra, convirtiendo aquello en una gran jodedera. Para salir de las dudas y cobrarse las apuestas, los involucrados en el juego tenían que esperar a la noche, entonces, los apostantes nos dividiríamos en dos grupos que ocuparíamos los camarotes aledaños al de la pareja, con el compromiso de no hablar ni hacer ruidos. Así fue, desde ambos lados se podía escuchar todo lo que hablaban hasta que llegaron a la cama, todo se podía captar perfectamente, el sonido que se producía cuando cambiaban de posición en la cama, los besos sonoros y luego los gemidos. Como no se escuchó ningún grito ni lamento hasta el mismísimo final del acto, todos nos miramos perplejos a los rostros y a una señal salimos en silencio para la cubierta, allí cada cual, que eran los menos, reclamaban el pago de su apuesta, entonces, uno del grupo en medio de su sorpresa, no pudo contener su estado de ánimo y expresó:

-¡Coño caballeros! Esto no tienen nombre, de verdad que todavía no lo creo, miren a esa chamaca con el tamaño de una bijirita, se ha metido la morronga de Humberto sin protestar, de verdad que es una “Maga”, se la tiene que haber desaparecido.- Todos nos echamos a reír de lo bueno y a partir de entonces, la tripulación comenzó a llamarla por ese nombre. Pasado varios meses de aquel incidente, Humberto se enteró por boca de un chismoso sobre lo acontecido, y permaneció irritado por un tiempo, luego, hombre noble al fin y al cabo, borró de su mente ese episodio y volvió a ser el mismo.

   Años más tarde y siendo yo Segundo Oficial en el buque “Topaz Island”, viajaba con nosotros una traductora muy sexy, de verdad que la chamaca me gustaba mucho y de vez en cuando le dejaba caer un piropo, hasta que un día me decidí enamorarla, en ese momento retrocedí con la potencia de mis máquinas, la muchacha en cuestión me dijo que era la prometida de Humberto, él se encontraba navegando en otro buque, y aquel repentino arrepentimiento no fue solamente por respeto a ambos, es que me puse a pensar. ¿Qué se le puede mostrar a esta hembra para que se asombre?

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