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¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


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¿Y por qué no... "debajo" del buró?


40 mil leguas de viajes de un marino

Los marinos

40 mil leguas de viajes de un marino.




Esteban Casañas Lostal  (11-21-2002)

Contenido


   Escribir sobre Cuba como me he propuesto y no dedicarle unas líneas a los marinos, sería una gran injusticia, ellos son parte de esa Cuba a la que me refiero, hombres con los que compartí desde muy joven, el rudo trabajo de la cubierta, después, algunos de ellos lograron sobrevivir a la cacería de brujas y llegaron a ser mis subalternos, fueron muy pocos.

   La apasionante vida del marino siempre ha estado vinculada al alcohol, las putas, el contrabando, el peligro, el hambre, las guerras, por estas y muchas más razones, la viví en toda su intensidad. Mis primeras lecciones las recibí de verdaderos hombres de mar, pero por encima de cualquier virtud o condición, en ellos se distinguían y hacían gala del uso de la palabra hombre, luego, las cosas fueron cambiando. Mi generación estuvo orientada a sustituir de la marina cubana a esos hombres de los que hablo, ellos molestaban por eso, por ser marinos con tradición y estar sus vidas vinculadas a todo lo antes expuesto. Aún así, los de mi generación se adaptaron fácilmente al trato con estos rudos hombres de mar, no existieron recelos ni desconfianza, ellos nos adiestraron bondadosamente en ese difícil arte, ignorando, que detrás de nuestra presencia se albergaba la traición.

   Durante unos pocos años, se podía convivir en una casi perfecta armonía dentro de nuestros buques, éramos una pequeña familia flotante, eso, lo habíamos heredado de las generaciones pasadas, donde los hombres eran gente muy reservada en sus asuntos privados. Algo muy admirable de aquella gente, que nos trasmitieron y nosotros recibimos sin mucha dificultad, lo fue, el amor que ellos siempre sintieron por sus naves, no era para menos, un barco es nuestra casa, por eso, para el verdadero marino, cualquier avería que sufriera su nave era sentida por él mismo y cuando nos referíamos a nuestra nave, siempre decíamos;”Mi barco”.

   Un poco más tarde y siendo el Comandante Chaveco Ministro de Marina Mercante, se le ocurrió la brillante idea, de fortalecer las tripulaciones con personas de origen campesino, creyendo que de esta manera, purificaría aún más el ambiente dentro del ramo. Aquellos jóvenes eran conocidos como “Los Plataneros”, por haber permanecido trabajando en el plan plátano, antes de ingresar en la marina. Con su llegada, se rompieron muchas de las buenas costumbres, que siempre habían existido a bordo, eran simples, como aquella de dormir con la puerta del camarote abierta. Los viejos marinos no lo hacían por caprichos, sencillamente, porque en caso de una colisión o varadura, se podían desajustar las puertas y mamparos (paredes) del buque, quedando la persona atrapada. No se podía dormir con las puertas abiertas, porque se inició una etapa de robos nunca antes conocida, que fueron mucho más allá de los objetos personales, se robaba sin discriminación las propiedades del barco, la comida de sus tripulantes y luego este mal se extendió a países donde en otros tiempos, nuestros marinos gozaron de prestigio.

   Pasando el tiempo, la marina fue el sitio de descanso de viejos combatientes del Ejército Rebelde, gente en general, que por su bajo nivel cultural, nunca llegaron a disfrutar las delicias del pastel que devora la alta jerarquía del gobierno, hombres frustrados que emplearon parte de su vida en esa lucha revolucionaria, y que para sacarlos de circulación, fueron depositados en este giro y así mantenerlos alejados e influyentes. Personas que continuaban siendo rebeldes y consideraban que aún permanecían en la Sierra, en muchos casos inútiles para el trabajo, pero contra los cuales no se podía ejercer medida disciplinaria alguna, por su status especial, la mayoría eran un verdadero estorbo a bordo de los barcos.

   Por último, ingresaron en nuestra flota, militantes del Partido e hijitos de sus papás, todos con el solo afán de hacer pacotilla, ninguno de ellos impulsados por una sana vocación marina. En pocos años, las tripulaciones estaban compuestas en casi su totalidad, por militantes del Partido, cómo explicarse entonces, los altos índices de reincidencia en el contrabando, llegando hasta los últimos años de mi permanencia en el país, al tráfico de drogas, demostrado por el encauzamiento de varios miembros de la marina y militantes. Pero no-solo esto, la violencia se hizo presente en la medida que pasaba el tiempo, una camarera asesinada por un tripulante estando el barco en puerto polaco, puñaladas, Capitanes agredidos, barcos realizando recaladas forzosas para dejar heridos, etc.

   En la medida que la sociedad se deshumanizaba, el marinero también sufría esos cambios, el contrabando que se realizaba, no era para satisfacer el apetito sexual como en otros tiempos, se hacía para lucrar y para lograrlo, se explotaba la necesidad y el dolor de todo un pueblo carente de lo esencial para poder vivir, por eso, hoy los veo convertidos en infelices miserables y no siento la más mínima pena por ellos, gente que comieron de tu mano en tiempos duros, hoy te traicionan vilmente. Llegan ofreciéndote sus servicios para llevarle cosas a tu familia en Cuba, y esos mismos que un día se llamaron amigos te roban. Gente sin escrúpulos que son enviados por la Seguridad del Estado, con la finalidad de obtener información, gente a las que ayudaste en sus malos momentos y entregan tu correspondencia a los órganos de inteligencia, todo ello, porque se les permita seguir viajando, para seguir contrabandeando. Otros, se ofrecen como espías, ahí tenemos el caso de Alejandro Alonso capturado en Miami, no creo que este sea el único ni el más importante.

   Como quiera que sea, quisiera guardar en mis recuerdos al marino tal y como es, para mí, ninguna de esta gente ha existido, son muy pocas las excepciones y no me equivoco cuando afirmo tal cosa, por gusto no pasé 24 años en la marina, iniciándome como el simple marinero y luego como Oficial, sin llegar nunca a Capitán, por mi condición de no haber sido militante de ese partido, que considero el nido de la gente más baja y despreciable de Cuba.

   Hoy les traigo una selección de anécdotas de hechos sucedidos en esa dura vida, en muchos casos increíbles, cómicas, con personajes que se hicieron famosos a través de generaciones de marinos, por sus locuras, sus apodos y disparates. Muchos creerán inciertas estas narraciones, eso no me preocupa, en muchos casos me veo obligado a cambiar los nombres de los verdaderos intérpretes para protegerlos, en otros, los mantengo porque desafortunadamente han desaparecido, dejando solamente estos vagos recuerdos que quiero traer a estas páginas, como un simple y modesto homenaje a esos hombres que un día, compartimos el ruido de las piquetas sobre el óxido del acero, curtidos por el sol y el salitre del mar, nos repartimos entre todos el miedo de ser devorados por él, así como el hambre, el alcohol, las mujeres y los clientes de nuestros contrabandos, para todos ellos, el amor de este hermano.


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