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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


40 mil leguas de viajes de un marino

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Desiderio y el Trucutú

   Desiderio era el primer cocinero del Jiguaní, debe haber muerto pero lo recuerdo perfectamente, oriundo de la ciudad de Cienfuegos, muy flaco, bajito, de bigotes y con un par de gafas que parecían el parabrisas de un auto, eso sí, muy generoso. En la época que les narro andaría rondando los sesenta años y como sucedía siempre, cuando te cambiaban de barco, pasabas años sin encontrarte de nuevo con tus compañeros, podía suceder que mas nunca lo vieras, como me ocurrió con este viejo.

   Trucutú era el segundo cocinero, desconozco el origen de su apodo pero supongo que sería por bruto, era mayor que Desiderio pero hacían una magnífica pareja en su trabajo, ambos se llevaban a las mil maravillas, tal parecía que eran hermanos. Años mas tarde, el Trucu, como le decíamos cariñosamente, navegaría conmigo en el barco “Renato Guitart”. Trucutú era un viejo solterón que navegaba desde hacía muchísimos años, decían las malas lenguas, que tenía una hija que bien sabía comérselo por las patas. Creo que no tenía domicilio en ningún lado, pues vivió siempre a bordo de los barcos, una cosa lo distinguía de los demás, eran los enormes huevos que se le marcaban debajo de los pantalones, creo que debido a una hernia que inexplicablemente nunca se operó. Tenía la costumbre de guardarse el dinero en una bolsita que acomodaba entre esos huevos, por eso, cuando se bañaba lo hacía tarde en la noche y cerraba el baño con pestillo, tarea repetida diariamente porque era muy aseado.

   Resulta que en un viaje a Valparaíso en Chile, Desiderio cae enfermo de los riñones y es llevado al médico, el galeno le dice que no es nada grave y que debería tomar mucho líquido, le recomendó que bebiera vino para que lo ayudara a botar algunas piedrecitas, así hizo el viejo Desiderio. Saliendo de la consulta se llegó hasta un mercado y se compró dos garrafas del mencionado vino, en ese tiempo era muy barato, cada una de ellas costaba cincuenta escudos, que eran dos dólares al cambio. Esa noche, para comenzar las indicaciones del doctor, invitó al trucu a su camarote para beber con él, vaciaron la primera garrafa y cuando comenzaron la segunda, ya se encontraban totalmente ebrios, he de destacar que ninguno de los dos tenía a costumbre de beber.

   Desiderio era militante del partido y sentía admiración por Fidel, así, en medio de su borrachera le pregunta a su compañero y amigo. -¿Trucu, tu sabes quién es el tipo más cojonudo de Cuba?- El viejo sin dudarlo se levanta de su asiento y con ambas manos se sujeta la gran pelota que guardaba entre las piernas y le respondió entre hipos.

- Coño Desi, eso no se pregunta, no lo ves, el tipo más cojonuo de Cuba soy yo.- Terminando de decir esto se sentó nuevamente, sin percatarse que Desiderio había montado en cólera ante su respuesta, quién sin darle mucho tiempo a reaccionar, agarró la silla del camarote y se la metió por la cabeza, después, los que estaban próximos al mencionado camarote, al sentir ruidos anormales entraron e intervinieron para poder separar a los dos grandes amigos, que se encontraban envueltos en una batalla campal.

   Al día siguiente, el Trucu preparó el desayuno como le correspondía, pero la tripulación lo miraba con justificado asombro, tenía un ojo amoratado, rasguños por el rostro y la cabeza partida, la gente le preguntaba sobre lo ocurrido, pero él solo respondía con monosílabos. Más tarde, Desiderio entró en la cocina para iniciar la preparación del almuerzo, pero lo hizo en similitud de condiciones que el Trucu, a las preguntas de la gente, respondía igual que su amigo.

   Nadie le dio mucha importancia a aquello, hasta el día de la reunión de fin de viaje, parece que a Desiderio lo habían presionado por el partido a que hablara, y de esta manera fue que se supo la verdad, pero no se tomaron medidas disciplinarias con los viejos, a los cuales todos querían mucho. Ese día, en medio de la reunión paran al Trucu y le piden que hable sobre lo sucedido, nervioso y asustado, como queriendo proteger a su amigo expresó:

- Yo estaba en mi camarote cuando mi amigo el Desi, me invitó a tomar un vino que le había recomendado el médico, para curarlo de los riñones, allí estuve ayudándolo hasta altas horas de la noche, después no sé qué pasó, por la mañana me levanté todo destimbalado.-

   La tripulación conocía la verdad y aquello provocó una fuerte risa en el salón, allí quedó la cosa y ambos viejos continuaron siendo grandes amigos. El Trucu por su parte, nunca dejó de esconder su dinero en el sitio preferido y años después de aquel incidente, no se había operado los huevos.

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