Madrid
No fue sino hasta el dÃa siguiente que pisé las calles de Madrid. Era un espléndido domingo de otoño con temperaturas frescas, sol y sin lluvia. Caminamos por el parque del Retiro, pasamos la Puerta de Alcalá, caminamos por el Paseo del Prado, nos dirigimos luego a la Puerta del Sol y visitamos la Plaza Mayor, un largo paseo por el centro histórico de la ciudad al que no faltó un tranquilo café disfrutado al aire libre y algún bar con sus tÃpicas "cañas" y sus ineludibles "tapas".
Parque del retiro
Puerta de Alcalá
Paseo del Prado
Plaza Mayor
Dicen los cubanos que Madrid se parece a La Habana Vieja; yo no estaba abierto a comparaciones sino al disfrute de lo que tenÃa delante y ciertamente me pareció único... aunque no ajeno. Me fascinó la idea de "las puertas": en tiempos antiguos la ciudad estaba amurallada y las murallas tenÃan puertas; los muros ya no existen pero sus puertas siguen siendo puntos de referencia en la ciudad. También me fascinó ver a miles de personas caminando por la calle a todas horas y en todas direcciones; la publicidad discreta; el uso de viejos edificios para modernas instalaciones como El Corte Inglés; la abundancia de bares con tan sano ambiente donde la gente suele desayunar, charlar o simplemente descansar de la caminata. Madrid me pareció una ciudad viva, sana, alegre y segura... aunque terrible para conducir y bastante cara.
Ya al tercer dÃa comencé a extrañar algunas cosas a las que estoy muy acostumbrado: las llamadas telefónicas, el teléfono celular y el carro. Me dirigà entonces a Madrid (recuérdese que mi base está 26 kilómetros más al sur) y compré un teléfono celular por 69 Euros (unos 87 dólares). Ellos tienen unos planes que permiten "cargar" el celular con el saldo que uno desee; cuando el saldo se termina, uno lo vuelve a "cargar" vÃa Internet o en un cajero automático. En cuanto al carro, hice lo que todos me habÃan aconsejado no hacer: alquilé uno por tres dÃas. Tal vez sean manÃas adquiridas en Miami, pero el hecho de tener un teléfono y un carro a mi disposición me hicieron sentir muy libre.
Al carro le dimos un buen uso: nos fuimos a "hacer kilómetros" (como dicen ellos) por los alrededores de Madrid. -- Visitamos Toledo, Aranjuez, Segóbriga y El Chinchón.
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