Barcelona
Otro tren me condujo a Barcelona, un viaje de doce horas donde no pude fumar dentro del coche porque estaba lleno y nadie se atrevió a violar el aviso. El paisaje, aún más hermoso. En Barcelona me esperaba otra amiga, Lilian, a quien no veÃa desde mi adolescencia, y que me recibió con el mismo cariño de hace veinte y tantos años.
He de confesar que en este punto de mi viaje, ya mi expectativa estaba un poco cansada y mi ánimo turÃstico no estaba funcionando al ciento por ciento. Por eso no tomé muchas fotos ni me preocupé por sacar el máximo de mi visita. La ciudad me pareció diferente a cuantas habÃa visto, comenzando por su modernidad y terminando por los letreros en catalán en lugar de castellano. Domina el buen gusto. Sobresalen, por supuesto, las construcciones de GaudÃ. Lo que más me impresionó fue el templo de la Sagrada Familia, obra cumbre de GaudÃ, a la que no me atrevà a sacarle fotos porque sabÃa que no cabrÃa en mi camarita digital de medio palo.
Visité también el parque de Cataluña y su majestuosa fuente, y también lo que yo llamé "la respuesta catalana a Disney World": el Parque Español, un gran parque amurallado, repleto de construcciones representativas de las diferentes arquitecturas españolas de todas las épocas; es como viajar rápidamente en el tiempo a todos los rincones del paÃs; muy agradable... pero tampoco hice fotos... ya lo dije, estaba agotado de ver tantas maravillas.
Por último, visité la Catedral de Barcelona, y conste que yo no soy muy entusiasta con las catedrales, pero esta en verdad me fascinó.
En Barcelona también tuve ocasión de conocer y visitar a MartÃn y Monse, dos españoles cuya amistad me llega por medio de Juaqui primero y Roberto después. El es profesor de historia y una buena parte de la charla giró en torno a ese tema; su improvisada conferencia me ayudó a atar muchos cabos de mis recientes lecturas sobre la historia española.
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